Argentina se convirtió en el primer país de Latinoamérica en incorporar esta vacuna contra la meningitis en lactantes y adolescentes

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Un año ha pasado desde que la más reciente vacuna tetravalente contra la meningitis, orientada específicamente a combatir los serogrupos A, C, W, Y de la bacteria Neisseria meningitidis, empezó a ser distribuida y empleada en el Calendario Nacional de Vacunación de Argentina.

Aunque la resolución 10/2015 que aprobaba su incorporación había sido anunciada dos años antes a través del Boletín Oficial del Ministerio de Salud, fue en enero de 2017 cuando efectivamente el fármaco llegó a los centros. Con esa medida, Argentina se convirtió en el primer país de Latinoamérica en incorporar esta vacuna contra la meningitis en lactantes y adolescentes.

La Organización Mundial de la Salud define a la meningitis meningocócica como una infección bacteriana grave de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal. Son diferentes las bacterias que pueden ocasionar la meningitis pero, en general, puede causar importantes daños cerebrales y es mortal en el 50% de los casos no tratados.

La actual vacuna tetravalente es una de las 20 que integran, en total, el Calendario Nacional y debe ser administrada de forma gratuita y sin orden médica en los hospitales y centros de salud del Estado. Según el Ministerio de Salud de la Nación, los bebés menores de un año conforman el grupo más vulnerable, por lo que la vacuna es aplicada en bebés con dos dosis indicadas para los 3 y 5 meses y una tercera, de refuerzo, a los 15 meses. Además, el ente exhorta también a su aplicación en niños y niñas de 11 años a quienes se les suministrará una única dosis, entendiendo que “los adolescentes y adultos pueden ser portadores del germen y transmitirlo a los lactantes y niños pequeños con mayor riesgo de enfermar”.

Invitada por Océano Medicina a hacer un balance sobre los efectos de la vacuna reciente durante su primer año de aplicación, la jefa del departamento de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y asesora de la Organización Panamericana de la Salud en Enfermedades Inmunoprevenibles, Ángela Gentile, asegura que se trata de una experiencia positiva.

En la actualidad, de acuerdo con sus estimaciones, en Argentina ocurren en promedio entre 70 y 80 casos de meningitis al año. Gentile apunta que debido al poco tiempo de la aplicación de esta nueva vacuna sería impreciso señalar que este fármaco haya ocasionado una reducción en la incidencia, pero insiste en que su presencia en el calendario -junto con las otras dos inyecciones que actualmente pueden ser aplicadas para prevenir otras variedades de la meningitis- han generado un control significativo de la enfermedad en el país y una incidencia comparativamente baja en la región.

Lo que sí puede resaltar, en términos de lo que ha sido la experiencia de este año, es que hasta el momento la vacuna ha sido administrada sin complicaciones. “Con un solo año no se puede hablar de una disminución en el número de casos debido a la vacuna, pero hemos observado que su aplicación es sumamente bien aceptada, no tiene efectos adversos y estamos estimando que en tres años podremos manejar indicadores sólidos sobre la efectividad desde el punto de vista médico y sanitario”, declara la doctora.

“De momento, podemos ver es que los chicos vacunados no se enferman, que la administración es sencilla y las coberturas son altas, y esos son aspectos importantes. Lo que pasa es que esta vacuna es una vacuna conjugada, lo que quiere decir que a medida que vayamos vacunando no solo va a proteger a esos chicos sino a los otros, porque genera protección colectiva o de rebaño, así que todo apunta a que la reducción será significativa”, continúa.

De acuerdo con Gentile, a pesar del buen panorama que se augura para esta vacuna, uno de los principales retos actuales se encuentra en conseguir que todas las dosis sean suministradas, y no solo la aplicación inicial, para garantizar la protección completa. Al respecto, consultada sobre las medidas que podrían tomar los médicos para reducir este factor de riesgo, declara: “Tenemos que tratar de disminuir las oportunidades perdidas de vacunación, y esto implica hacer programas de educación para que entiendan es una vacuna es un derecho más que un deber, además de trabajar en la capacitación, que eso hace que se eviten las falsas contraindicaciones. Desde el punto de vista del Estado, bregar para que las vacunas lleguen en tiempo y en forma, por ejemplo; y desde el médico, insistirle en la importancia a los pacientes. Yo apuesto mucho a que el trabajo debe darse entre todos, para lograr una buena cobertura y un fuerte programa de educación en la materia”.

Precisamente, en septiembre de 2017 la mirada de médicos y pacientes argentinos estuvo dirigida a la comunidad de Pringles, donde trascendió a los medios la noticia de dos mujeres de 25 y 34 años que fallecieron en el Hospital Municipal Dr. Manuel Cabrera con un cuadro de septicemia a causa de la bacteria Neisseria meningitidis. Según se informó en el momento, ninguna de las dos estaba vacunada.

De acuerdo con Gentile, en casos como esos es importante que, además de la vacuna, se aplique una profilaxis antibiótica a las personas cercanas a los pacientes con meningitis, como una medida de respaldo que permita evitar la propagación cuando la enfermedad se presente.

Un estudio publicado por la OMS en 2012 indicaba una incidencia anual de 500 mil casos y 500 mil muertes de la enfermedad meningocóccica en todo el mundo. Para ese entonces, se estimaba un registro de entre 200 a 300 casos anuales en Argentina.

Sobre los países más afectados en el globo, el máximo ente sanitario aseguró en 2015 que las tasas más altas de la enfermedad se registran “en el amplio cinturón de la meningitis del África subsahariana”, integrado por 26 países que van desde Senegal al oeste hasta Etiopía al este. El riesgo de epidemias de meningitis meningocócica varía en cada uno y de un país a otro.