Investigadores españoles buscan crear un sistema práctico y computarizado que evite sobremedicar o inframedicar a los pacientes
Los gestos faciales. Esa es la clave que esperan considerar investigadores españoles para poder objetivar el dolor de sus pacientes a través de un software de inteligencia artificial. Este método pionero está siendo desarrollado en un estudio de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario de Araba, en España, y responde a la dificultad de cuantificar de forma expedita el nivel de malestar físico que pueda sentir cada persona en un momento en particular.
La investigación, que lleva dos años, avanza bajo la coordinación del doctor Enrique Bárez, jefe de la unidad, y propone realizar una lectura de las manifestaciones faciales del dolor en los pacientes, para obtener resultados concretos sobre todo en los casos de personas a las que se les dificulta leer las tablas de valoración del dolor utilizadas universalmente o cuando poseen algún tipo de demencia o discapacidad que les impida expresar su sensación.
La metodología requiere de la grabación de dos escenarios de una misma persona: en el primero, se encuentra relajada; en el segundo, presenta algún estímulo de dolor.La información recabada es procesada en un software computarizado que analiza la tensión en los músculos del rostro, y también los movimientos particulares que se realizan. Cada caso, al final, es incluido en una base de datos que va agrupando los distintos síntomas y que permite, cada vez más, que la traducción sea efectiva al identificar un caso nuevo y compararlo con los anteriores.
En este sentido, el doctor Bárez declaró a la agencia de noticias Efe que el principal trabajo ha sido “educar” al software de inteligencia artificial “para que juzgue el dolor según los parámetros humanos”.
Este procedimiento ha demostrado tener, hasta el momento, 80% de éxito, por la coincidencia entre el resultado del software y la apreciación subjetiva que manifiesta cada paciente sobre su nivel de dolor.
De acuerdo con Baráez, uno de los principales beneficios que podría generar la implementación frecuente de este software sería que, al contar con un diagnóstico preciso sobre el nivel de dolor que siente el paciente, se evitaría sobremedicarlo o inframedicarlo.
De hecho, un resultado que ha sorprendido a los médicos es que algunos gestos que normalmente son considerados como síntomas de un gran dolor, han sido en cambio leídos por el sistema como uno de baja escala, y en esos casos el paciente estaba de acuerdo. Mientras que una tensión particular y apenas perceptible en el rostro de una mujer fue traducida por ambos (sistema y mujer) como correspondiente a un dolor de alto nivel.
A lo que apuestan ahora los investigadores es a continuar realizando grabaciones de este tipo en pacientes que asisten a la Unidad del Dolor, para que, con estos insumos frecuentes, el sistema sea capaz de monitorizar el dolor de la misma forma en que se miden comúnmente factores como la presión arterial. Incluso, a nivel más avanzado, Baráez declaró a Efe que espera que el sistema pueda ser adaptado de tal forma que sea capaz de trabajar con grabaciones enviadas por los pacientes desde su domicilio.
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