La licenciada Evelia Magno, supervisora de terapia intensiva del Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires, narra cómo la pandemia de COVID-19 ha repercutido en labor cotidiana de los trabajadores de la salud.
Hoy se conmemora el Día del Trabajador de la Sanidad en los sanatorios, hospitales y clínicas de la Argentina para reconocer el trabajo que diariamente realizan enfermeras/os, instrumentistas, camilleros, porteras/os, cocineras/os y personal de mantenimiento de las instituciones médicas. La fecha recuerda la fundación, en 1941, de la Obra Social de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina.
Estos trabajadores han sido fundamentales para salvar las vidas de una innumerable cantidad de pacientes en el actual contexto de emergencia sanitaria. Pero, también, han visto modificadas sus rutinas laborales ya que deben desempeñar jornadas extenuantes de trabajo.
Para conocer cómo la pandemia de COVID-19 ha repercutido en la labor cotidiana de los trabajadores de la sanidad, Océano Medicina dialogó con la licenciada Evelia Magno, supervisora de terapia intensiva del Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires.
-En el área de terapia intensiva solíamos tener pacientes de una variedad de patologías de diversos orígenes clínicos y quirúrgicos. Actualmente, el 100% de los pacientes presenta COVID-19.
Antes teníamos una terapia intensiva de 14 camas, pero a partir del comienzo de la pandemia este número ascendió a 20. Incluso se debió abrir otra sala, que cuenta con otras 13, en otro piso, para pacientes que no presentan la enfermedad.
Por otro lado, la sala de terapia intensiva pediátrica prestó sus camas para la sala de terapia intensiva de adultos con COVID-19. Hace aproximadamente 20 días se abrió otra sala de terapia intensiva en la guardia, que se inauguró anticipadamente, por la cantidad de ingresos. En este momento, las camas están ocupadas en un 99%. Cuando se libera una, ya sea porque el paciente fallece o se le da el alta, inmediatamente es ocupada de nuevo.
-Es muy diferente a como era antes. Colocarse todos los medios de protección insume mucho tiempo. Y para quitárselos se requiere de una persona que asista para evitar contagios porque hay que desinfectarse las manos antes de sacarse la máscara, las antiparras, la escafandra y el barbijo, es decir, todos los elementos que rodean el rostro.
-Sí, tenemos todo. En un principio, como no estábamos habituados a esto, había solamente camisolines hidrorepelentes. Luego llegaron los de alto riesgo, que son camisolines reforzados que no permiten que las sustancias húmedas traspasen a la ropa. Tenemos barbijos 3M, gorros y máscaras faciales. Al principio compartíamos las máscaras, las limpiábamos con alcohol o con clorhexidina, pero eso nos llevaba mucho tiempo. Entonces, cada enfermero/a comenzó a comprarse su propia máscara.
También usamos escafandras, producidas con tela de friselina por diseñadores de indumentaria. Por mayor seguridad, nos las ponemos cubriendo el rostro.
–En el turno mañana, muchos enfermeros se fueron por licencia especial, ya que son padres de niños pequeños o padecen enfermedades de alto riesgo. Entonces, ingresaron enfermeros nuevos, que no cuentan con experiencia en terapia intensiva. Lo que tienen que aprender en un día, solía aprenderse en tres años, y por eso tienen que ser supervisados por enfermeros con mayor experiencia, que en este momento son menos, justamente porque hay varios con licencia. Si el enfermero se equivoca en la programación del goteo ya que no sabe manejar la bomba de infusión continua puede hacer que esta pare y deje de infundir la droga. Como consecuencia, el paciente puede morir. Es por eso que tienen que ingresar a la sala sí o sí enfermeros experimentados y estar atentos a la medicación de forma continua. Nosotros estábamos acostumbrados a proporcionar las mismas drogas, pero en menor cantidad de dosis.
Además en las salas de terapia intensiva se han incorporado monitores, respiradores y bombas de infusión continua. Hay que estar atentos a los aparatos. Si suena el respirador o el monitor, hay que ver qué es lo que está sucediendo.
-A veces los enfermeros ingresan a las 8 de la mañana y hasta las 12 del mediodía no salen de la sala. Hay mucho estrés y cansancio sobre todo entre los más experimentados, que se encuentran sobrexigidos. Y el tiempo para enseñar a los enfermeros nuevos escasea.
-Al principio se decía que “no puede ser que por 10 pacientes se gasten 200 barbijos”. Hay que recordar que antes los barbijos solo se usaban para procedimientos o para pacientes con alto riesgo respiratorio. Ahora, con 20 camas se utilizan 300 barbijos por día y la misma cantidad de camisolines. Yo hacía el trabajo de una contadora, resolviendo números porque teníamos que justificar el gasto de material descartable al área de farmacia, lo que me generaba un estrés muy grande. Hasta que después, la jefa médica de servicio aseguró que la cantidad de material utilizada era correcta. Así quedó establecido el promedio de material descartable empleado diariamente por paciente y ahora no tenemos problemas al respecto.
-Claro, porque el sector de enfermería gestiona los recursos que usará todo el equipo. No solo los enfermeros, sino el equipo de salud en general: enfermeros, médicos, kinesiólogos, radiólogos y todo aquel profesional que atienda a los pacientes. Son recursos que hay que cuidar porque no sabemos hasta cuándo va a seguir habiendo, ya que el futuro es incierto. En la atención de un paciente hay muchas cosas detrás. Primero el recurso humano, después los recursos materiales, el espacio.
-Tenemos dos ingenieros que nos brindan atención en relación a los respiradores, monitores y las camas. Nosotros les informamos si algún equipo no funciona o tiene alguna falla. Son de una gran ayuda para enfermería y también para los médicos. Ellos también se encargan de armar los ventiladores que llegan a las salas.
–En el turno mañana se enfermó una sola enfermera. En el turno tarde, entre siete y ocho; y en el turno noche, entre cuatro y cinco. Yo soy una agradecida porque no me contagié a pesar de que recorro muchos lugares del hospital. Aunque quizás sea porque no atiendo de forma directa a los pacientes, los superviso sin un contacto estrecho.
-Tres pacientes, y esto es una gran cantidad teniendo en cuenta el estado en el que se encuentran. Muchos de ellos son pacientes de riesgo, diabéticos o con sobrepeso. Generalmente el equipo, compuesto por un médico, un kinesiólogo y unenfermero, trabaja tres horas con cada paciente. Es bastante tiempo, teniendo en cuenta que el barbijo quita el oxígeno y que todo el equipo que se ponen aumenta la temperatura corporal. Los enfermeros salen de la sala traspirados y con las caras marcadas por las máscaras. Y ni siquiera se quejan. Creo que ninguno en este momento diría “no voy a ir a trabajar”. Todos los que se enfermaron, a los 15 días expresaban que querían volver a trabajar. Es decir que se trabaja con un gran compromiso y mucha responsabilidad.
-Sí, que pudimos reforzar la idea de que las enfermeras y enfermeros somos una parte muy importante dentro del equipo de salud. Más allá de cuál es la función de cada uno, trabajamos todos juntos, por el paciente. Así como nosotros colaboramos mucho con los médicos, ellos colaboran mucho con nosotros. Todos nos sentimos unidos, con el mismo fin.
*Dr. Ricardo Alberto Chercover. Obstetra y docente. Co-Director del Curso Superior de Administración y Gestión Hospitalaria y Gestión de Procesos Asistenciales.
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