En el Hospital Iturraspe de Santa Fe funciona una unidad médica que trabaja por la inclusión e independencia de las personas con discapacidad auditiva
Derribar barreras. Esa fue la meta que el equipo de la Unidad de Atención a Personas Sordas del Hospital Iturraspe de Santa Fe, Argentina, se trazó y ha venido alcanzando en cada jornada de trabajo diario. En este espacio, único de su tipo en el sistema de salud pública del país, y segundo de Latinoamérica (en Montevideo, Uruguay, cuentan con una unidad similar), ha brindado atención médica especializada en unas 1500 consultas de personas con discapacidad auditiva severa, a través de un sistema que les permite entablar una comunicación directa con el paciente y crear redes de inclusión y empoderamiento en la comunidad.
La Unidad de Atención a Personas Sordas cumplió en marzo dos años de funcionamiento y se encuentra integrada por un equipo multidisciplinario en el que profesionales de distintas carreras confluyen para ofrecer una atención integral en salud a pacientes con sordera. Trabajadores sociales e intérpretes trabajan en equipo con médicos y enfermeros en este espacio que apuesta cada vez más a su crecimiento, y que aspira a ser replicado en otros hospitales del país.
Liliana Chamurro, coordinadora de la unidad y trabajadora social, comenta en entrevista con Océano Medicina que, en términos de atención médica, “es prioritario derribar las barreras que las personas sordas han tenido desde niños, que se ven obligadas a asistir acompañadas a todos lados por algún familiar, incluidas las consultas médicas, sin entender muchas veces su propio diagnóstico o tratamiento, o sin atreverse a realizar algunas preguntas”.
Y ese es, a su juicio, el principal logro que han conseguido hasta ahora en la unidad: lograr que los pacientes adultos asistan solos a la consulta. “Los pacientes sordos merecen una atención especializada, y aquí han encontrado un equipo con el que se sienten seguros para resolver sus dudas a cualquier nivel”, destaca.
¿Cómo funciona?
Cuando la unidad fue inaugurada, contaba con un médico especializado en lenguaje de señas, hoy esa labor está a cargo del médico de guardia quien realiza la primera atención general al paciente, para luego derivarlo, si es necesario, a consultas con algún especialista del Hospital. Desde la unidad, se agiliza la solicitud del turno y se ofrece un servicio de acompañamiento con un intérprete y un mediador cultural sordo provistos por el equipo, para garantizar que el paciente pueda recibir de primera mano (y sin los matices u omisiones que suelen añadir los familiares) el diagnóstico médico.
“El intérprete se encarga de traducir lo que dice el doctor al lenguaje de señas, y viceversa, pero no opina ni añade nada. Ahí es donde el rol del mediador cultural es importante, porque también forma parte de la comunidad sorda y puede apoyar con distintas preguntas u aportes que hagan más valioso el momento de la consulta”, detalla Chamurro.
Las tardes de los lunes, miércoles y viernes son los días en que la entidad recibe la demanda espontánea de pacientes, mientras que todos los días, en las mañanas, se trabaja con las consultas especializadas; buena parte del equipo presta, entre tanto, servicios en otras áreas del Hospital.
Además, en la Unidad de Atención a Personas Sordas inauguraron a inicios de este año una unidad de atención pediátrica orientada a niños recién nacidos de madres sordas y, además, han participado en partos vaginales y en una cesárea, brindando apoyo psicológico y social a la parturienta sorda.
“Trabajar con pacientes sordos es difícil si no se cuenta con la disposición y con el equipo adecuado. Siempre se ha hecho, pero con la presencia de un intermediario que normalmente genera que el paciente quede excluido de su propia consulta, y donde nada le garantiza al médico que el paciente reciba la información tal y como se la está dando”. En ese sentido, instada a ofrecer recomendaciones a médicos que deban atender a personas sordas en sus consultas convencionales, Chamurro sugirió a sus colegas hablar modulando correctamente (porque algunos sordos han aprendido a leer los labios), pero también buscar mecanismos que le permitan saber que su mensaje ha sido recibido correctamente.
En todo caso, a su juicio, este proceso de inclusión y apertura debe ir mediado por una política estatal orientada a estas personas. “Poco a poco hemos ganado más reconocimiento dentro y fuera del Hospital, haciendo alianzas con otras entidades médicas y académicas, pero aún queda mucho por hacer (…) uno no aspira a que todos los médicos del país estén capacitados en lenguaje de señas, pero sí que existan los mecanismos necesarios para que las personas sordas tengan un acceso digno al servicio de salud”, declara.
De acuerdo con la Organización Mundial para la Salud, más de 5% de la población mundial (466 millones de personas) padece pérdida de audición discapacitante (432 millones de adultos y 34 millones de niños). Se estima que, en 2050, más de 900 millones de personas —es decir, una de cada 10— sufrirá una pérdida de audición discapacitante.
Proyecto legal para medicamentos en braille
Otra iniciativa orientada a favorecer el acceso a la salud de personas con discapacidad, en este caso visual, ha llegado ya a instancias legales en Argentina. En la Cámara baja bonaerense, fue aprobada en marzo una propuesta de la diputada provincial Alejandra Lordén que apunta a conseguir que los envases de medicinas consignen en sistema braille el nombre del producto, el nombre genérico del componente y la fecha de vencimiento.
Para esto, será necesario modificar el artículo 10 de la Ley 11.405, que hace referencia a los requisitos necesarios para la inscripción y comercio de medicamentos en la provincia. Sobre esta iniciativa, que ahora deberá ser evaluada por el Senado, Lordén declaró a Consenso Salud que su intención apunta a favorecer “la igualdad e independencia de los no videntes”, al tiempo que aseguró que la medida “hace más segura la comercialización y la ingesta de algo tan delicado como es un medicamento”.
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